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por River consiguió el ascenso luego de 362 dias en la BN, pero para hinchas y jugadores fue el año más largo de la historia del club. Repasá ese extenso camino donde perdió, pero también ganó cosas.
Hace casi un año, aquel 26 de junio de 2011, gris, helado, sucedió lo impensado. River, un club que supo marcar jurisprudencia a nivel mundial a fuerza de títulos y de nombres, recibió el golpe de gracia luego de años de tambaleos políticos y deportivos. Descendió, por primera vez, a la segunda categoría del fútbol argentino. Perdió una de esas cosas que lo hacían exclusivo. Ni los hinchas en la cancha, ni los miles de televidentes que asistieron al espectáculo terminaban de creerlo: uno de esos días en que todo recordarán qué estaban haciendo a esa hora.
Casi sin saber cómo, River dio sus primeros pasos en ese mundo desconocido. Con la cinta que se puso Matías Almeyda en el brazo ni bien largó los botines y el compromiso de tomarse revancha; con la vuelta de Cavenaghi y el Chori por amor a la camiseta; con la aventura de Trezeguet; la aparición de pibes que representan la escuela de inferiores y, claro, con el apoyo incondicional y multitudinario de sus hinchas, que inundaron cuanta cancha encontraron para alentar en la más difícil.
En ese sinuoso camino, River creció. Entendió que ganar el campeonato de la B Nacional podría resultarle mucho más difícil que varios de los torneos que había conseguido en Primera, supo lo que era jugar de local en canchas ajenas, sin público local (o visitante), lo que era jugar con el mar de fondo o con la ñata pegada al alambrado, revolucionar ciudades que ni soñaban con verlo llegar. Supo reencontrarse con viejos rivales y conocer otros nuevos, que en ningún caso se la hicieron fácil. En un campeonato sin precedentes, peleado hasta las últimas consecuencias con varios equipos de Primera, supo sufrir (desde aquel ajustado 1-0 con Chaca bajo la lluvia, hasta este 2-0 con Almirante Brown) y por eso vuelve con más fuerzas a su hábitat natural. El tiempo dirá si tras el golpe sufrido también puede mantener la humildad.
Ese camino espinoso terminó este 23 de junio de 2012 que, al contrario, fue soleado e idea para disfrutar de la cancha. River terminó su paso por la BN con 20 partidos ganados, 13 empatados y cinco perdidos (66 goles a favor y 28 en contra, totalizando 73 puntos y primero en la tabla. Fue exactamente tres días antes de que se cumpliera el año de la promoción con Belgrano, pero en el sentimiento, fue la temporada más larga de toda su historia.
Hace casi un año, aquel 26 de junio de 2011, gris, helado, sucedió lo impensado. River, un club que supo marcar jurisprudencia a nivel mundial a fuerza de títulos y de nombres, recibió el golpe de gracia luego de años de tambaleos políticos y deportivos. Descendió, por primera vez, a la segunda categoría del fútbol argentino. Perdió una de esas cosas que lo hacían exclusivo. Ni los hinchas en la cancha, ni los miles de televidentes que asistieron al espectáculo terminaban de creerlo: uno de esos días en que todo recordarán qué estaban haciendo a esa hora.
Casi sin saber cómo, River dio sus primeros pasos en ese mundo desconocido. Con la cinta que se puso Matías Almeyda en el brazo ni bien largó los botines y el compromiso de tomarse revancha; con la vuelta de Cavenaghi y el Chori por amor a la camiseta; con la aventura de Trezeguet; la aparición de pibes que representan la escuela de inferiores y, claro, con el apoyo incondicional y multitudinario de sus hinchas, que inundaron cuanta cancha encontraron para alentar en la más difícil.
En ese sinuoso camino, River creció. Entendió que ganar el campeonato de la B Nacional podría resultarle mucho más difícil que varios de los torneos que había conseguido en Primera, supo lo que era jugar de local en canchas ajenas, sin público local (o visitante), lo que era jugar con el mar de fondo o con la ñata pegada al alambrado, revolucionar ciudades que ni soñaban con verlo llegar. Supo reencontrarse con viejos rivales y conocer otros nuevos, que en ningún caso se la hicieron fácil. En un campeonato sin precedentes, peleado hasta las últimas consecuencias con varios equipos de Primera, supo sufrir (desde aquel ajustado 1-0 con Chaca bajo la lluvia, hasta este 2-0 con Almirante Brown) y por eso vuelve con más fuerzas a su hábitat natural. El tiempo dirá si tras el golpe sufrido también puede mantener la humildad.
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